No sé si después del último gran
salto evolutivo, en el que se desarrolló una “consciencia” que se reconoce a si
misma y a su entorno, la humanidad ha seguido progresando realmente. De qué
sirve un cerebro cognitivo cuando la mayoría del tiempo no es utilizado y nos
dejamos llevar por instintos sintéticos que hemos desarrollado, porque los
instintos naturales que realmente nos pueden ayudar están olvidados tan profundamente
que se han atrofiado y difícilmente los vamos a poder utilizar. Tenemos el
simple ejemplo de que buscar alimento ya no es salir a cazar animales o
practicar la agricultura, ahora lo que hacemos es salir a trabajar para que nos
den a cambio un “bien” que carece de valor real (dinero) y dicho bien es intercambiado por alimento. Tanta es su carencia
de valor real que se está eliminando su representación material y se está “digitalizando”.
Tiene valor únicamente porque así lo creemos.
No sé cómo llegó a pasar, pero la
humanidad es la única especie que se tiene a si misma como enemigo natural. Somos
los únicos que a pesar de ser seres pensantes nos dejamos llevar por deseos. Estos
deseos han creado un orden desbalanceado que se llama capitalismo y consume al
ser en el que nos alojamos (la tierra). Ya no podemos decir que vivimos en un comensalismo,
lo abandonamos para darle paso al parasitismo y como todo parásito destruimos
al anfitrión. Nos hemos convertido en un método de selección antinatural que ya no escoge las especies por cuál es la más apta, si no que las especies que sobreviven son las que menos ayudan en nuestro “desarrollo”; pues las que “colaboran” con nuestra prosperidad son usadas hasta su extinción. Ahora al menos tenemos la esperanza de que nuestras próximas
generaciones crezcan bajo la idea de conservar y cuidar, porque estamos
destruyendo todo lo que tocamos para nuestro “desarrollo”.
Un desarrollo desmedido no puede
ser considerado bueno, indiferentemente del tipo que sea. No podemos seguir
creciendo poblacionalmente sin haber asegurado antes que existen los recursos
necesarios para sobrevivir y con el balance suficiente como para no
desaparecerlos. Hemos llegado a tal punto de que somos la única especie que
regula su población con guerras, hambruna, ignorancia, poder, engaño.
Definitivamente necesitamos crear
una consciencia, y no sólo sobre nuestro ser, si no de todo el ser que
conformamos como especie. Evitar fisuras porque luego se conviertirán en grietas
y estas grietas luego nos llevarán a nuestra separación. Necesitamos dejar de
pensar únicamente en nosotros mismos y debemos caer en la razón de que si todos
nos encontramos en un estado de bien, esto nos traerá más beneficios que buscar
el bien propio.